miércoles, 2 de abril de 2014

Las venas abiertas de Norteamérica

Si de industrias culturales se trata podríamos hablar eternamente de productos derivados de otras formas de expresión artística. Así, es común actualmente toparse con películas basadas en cuentos, novelas, relatos cortos o cómics de personajes emblemáticos (Batman) y otros no tanto (Ghost Rider, Spawn y un caso paradigmático: Iron Man). El género, el origen y la calidad – muchas veces dudosa- parecieran no importar al momento de producir masivamente.

Con esto dicho cabe agregar que el camino para el curioso se torna interminable. Quedar prendido con todas las ramificaciones que propone una película –o una novela, un cómic, una banda de rock- implica rastrear y encontrar un millón de productos. Frase remanida pero válida: esa oferta es hija directa de la demanda, y los paladares ávidos, se cuentan por millones.

Es por eso que antes de hablar de la película debemos, en un acto de estricta justicia, hacer mención a lo mucho que le debe el personaje del Capitán América al guionista y escritor norteamericano Ed Brubaker. Si nos atenemos a la tónica que se le imprime al héroe del escudo en esta nueva película, bien podríamos asegurar arriesgándonos a cargar la cruz del exagerado, que el trasplante desde las viñetas a la pantalla grande es de un éxito indiscutible. El Chris Evans timorato que comenzó a ser un líder carismático en “Avengers” (2012) es ahora el mismo fascinante personaje al que Brubaker revitalizó en las historietas que comenzaron a publicarse en el año 2005 y cuyo norte fue convertir al Capitán América en algo más que el defensor rubio y de mandíbula cuadrada del american way of life, y a su universo inmediato en una versión aggiornada de los tiempos que corren, donde los Estados Unidos ofician de huésped aún en fiestas ajenas. Al igual que en las viñetas, “The Winter Soldier” ofrece además de la esperada vorágine de acción una interesante metáfora acerca de esa inquietante confusión que el país del norte experimenta ante las amenazas externas, esas acciones que bautizadas terrorismo permiten devolver el golpe atenuando la culpa o engañando incautos.


Porque aunque el traje del súper soldado yankee sea el de las barras y estrellas, al igual que en el cómic (aunque en menor medida) este superhéroe se permite cuestionar a esa Casa Blanca que ahora se llama S.H.I.E.L.D. e incluso pone en evidencia las grietas en el sistema perfecto de defensa que siempre saca de la manga el país del norte. Grietas que ahora se llaman HYDRA y que llegan hasta el living de Washington, ahí donde se cuecen las habas que comerá el subdesarrollo.

Detrás de ese argumento que siempre hace gozar de buena salud al género fantástico, nos encontramos con una cinta ágil, visualmente impactante y de un desarrollo narrativo planteado con particular inteligencia. El cambio de directores se nota, la llegada de la dupla Anthony y Joe Russo tiene como principal mérito conocer los vericuetos de este nuevo Capitán América y haberlos sabido plasmar en el terreno audiovisual. Porque al igual que el cómic, los Russo logran convertir un héroe del montón como Falcon en un ladero fascinante y al Winter Soldier en un personaje increíble, enigmático y repleto de matices que promete reapariciones en las próximas fases de la ambiciosa incursión de la Marvel Comics en el cine.

El guión de Christopher Markus y Stephen McFeely deja lugar para cierto tinte dramático que generalmente es evadido en cintas como esta y que permite respirar en momentos adecuados y le dota de cierta seriedad que no se confunde con solemnidad. Los flashbacks, bien ubicados, posicionan al espectador en un lugar cómodo y hacen fluido un relato concatenado de gran forma. Sin dejar de lado la pirotecnia, el equipo creativo se las arregla con inteligencia para mixturar lo que el público masivo exige de una película de superhéroes y lo que los amantes de la narrativa dibujada esperan ver.

En resumidas cuentas “Capitán America: The Winter Soldier” se ha convertido casi sin quererlo en la mejor película que Marvel ha realizado desde que se embarcó en la tarea de llevar todo su universo a la pantalla grande. Una especie de The Dark Knight al estilo Marvel, con la dosis de fuegos artificiales que siempre diferenciaron el estilo editorial y que ahora parece también trasladarse al cine casualmente, o no.