jueves, 15 de enero de 2009

Oído subjetivo: Los discos que más me gustaron del 2008 (1ª parte)


La idea de este post es compartir con ustedes los discos que más me gustaron del 2008. Esta es la primera parte, compuesta por 8 de ellos, elegidos por los meros designios de la subjetividad. Los invito a que ustedes también me cuenten cual fue la música que dejó el año, que más los conmovió, por el motivo que fuere.

Buddy Guy – Skin Deep

Buddy Guy es quizás el último icono vivo del blues de Chicago que nos queda. Guitarrista virtuoso, showman eléctrico y cantante endemoniado, grabó entre 2006 y 2008 dos discos de estudio impecables, evidenciando nuevamente su imperecedero talento. El sucesor de “Bring Em In” es “Skin Deep”, un álbum que continúa con la tendencia de Guy de compartir las grabaciones con otros artistas de renombre y extremadamente talentosos, que no limitan su papel al de “músico invitado”, sino que tienen evidente incidencia en el sonido del disco. Una propuesta netamente blusera y absolutamente recomendable. La gema: “Lyin’ Like a Dog”, un tema con el espíritu de Stevie Ray Vaughan rondando en cada cuerda estirada, en cada lamento proferido.

Taj Mahal – Maestro

Ecléctico por definición, Taj Mahal se ha transformado en un músico y hacedor de músicos. Inspiración, consejero y creador de un estilo, el nombre de este disco esta lejos de la autoindulgencia y muy cerca de ser un acto de justicia divina para un artista de una trayectoria tan extensa como prolífica. “Maestro” es un disco que establece con el Blues un concubinato, pero no un matrimonio. Ska, Reggae y sonidos tribales africanos, se intercalan en una placa estupenda. La gema: “Scratch My Back”, una versión imposible de no bailar de un tema clásico, realizado –entre otros- por artistas como Slim Harpo y Otis Redding. Esta versión, cuenta con una sesión de vientos arrolladora y un saxofón que opaca todo lo que deja vivo en un radio de dos kilómetros. Imperdible.

B.B.King – One Kind Favor

El Rey del Blues sigue grabando discos con 86 años en sus espaldas y su mítica Lucille en sus manos. El fuego sagrado que arde dentro de su víscera más blusera no se apagó con los años, aunque es cierto que los ciclos del rey fueron fluctuantes, entregando discos maravillosos y experimentando duetos no demasiados felices con artistas tan variados, como desorientados ante los intrincados caminos de los blues. One Kind Favor es quizás el mejor trabajo de este B.B.King versión 2.0. Con Dr. John en el piano y una banda de la hostia a sus espaldas, el guitarrista conformó un disco que hace honor a la leyenda, llenando los oídos de acordes menores y sonidos gibsonianos, de Mississippi a nuestros bulbos raquídeos, sin escalas. La gema: “Waiting for you call” una perlita que recuerda a clásicos como “Nobody Loves Me But My Mother” y que tiene impresa a fuego la tónica del maestro, corazones rotos y pedidos desencajados de respuestas, a un cielo que no protege, pero cobija.

AC/DC - Black Ice

Sin experimentar demasiado, los hermanos Young se ataron a una formula en la que se sentían cómodos, y comenzaron a desandar las andanzas de la que quizás sea la última gran banda de Hard Rock del mundo. AC/DC ya había demostrado encontrarse intacta con su anterior disco de estudio “Stiff Upper Lip”, por lo que “Black Ice” tan sólo sirve para confirmarlo. Electricidad pura, desde el primer al último tema, con un Angus Young genial y una banda que funciona como el más aceitado de los motores, sin fisuras, avanzando arrolladora como un tren con una pesada carga de rock and roll. Dios bendiga a AC/DC y les dé cuerda para que sigan editando discos como este. A aquellos por rockear, los saludo. La gema: Big Jack, potencia pura y una letra plagada de transferencia, la historia de tipo difícil, que no podemos evitar nos caiga simpático.

Winston Marsalis y Willie Nelson - Two Men with the Blues

Willie Nelson tiene la extraña cualidad de rodearse siempre por músicos geniales. No es un músico virtuoso, pero lo compensa siendo un gran artista. En este caso se une al trompetista Winston Marsalis para grabar un disco de blues standards, con un sonido que recuerda de a ratos al jazz de las big bands de la década del ’50 (justo antes que Charlie Parker revolucionara todo con el BeBop). Este recorrido deja al trompetista demostrar que todavía existen vientos de la vieja escuela y le permite al resto de la banda deslumbrar con su pericia a bordo de sus instrumentos. Un álbum de momentos, exquisito e imperecedero. La gema: “Bright Lights, Big City”, impresionante versión de la que es para mi la mejor composición del maestro Jimmy Reed. La trompeta de Marsalis cobra vida, en esta oda de un enamorado urbano.

Los Fabulosos Cadillacs - La Luz del Ritmo

Muchos miraron de reojo (me incluyo) el regreso como grupo de los Cadillacs. Pero no hay con que darle, cuando una banda fue buena, no tiene fecha de vencimiento. Lo demostró Soda (por citar un ejemplo cercano) y otros tantos alrededor del globo. “La Luz del Ritmo” bien podría ser la excusa perfecta para que la cantidad de billetes sea aún mayor, pero las versiones de los temas clásicos (perlas como El Genio del Dub y Los Condenaditos) son atinadísimas y los temas nuevos están a la altura de la circunstancia. Un regreso que celebro, con la esperanza de escuchar pronto discos de la complejidad de “Fabulosos Calavera”, y temas que invitan a moverse, pero que tienen en sus letras corrosivos mensajes de libertad, de angustia, de amor y de muerte. La gema: “El Fin del Amor”, ¿qué decir? un clásico instantáneo.

Oasis – Dig Out Your Soul

Siempre se castigó a los hermanos Gallagher con el látigo del plagio. No obstante, yo creo que el peso de las grandes bandas británicas sobre ellos (empezando por The Beatles) es una influencia ingente, de la que nunca renegaron e incluso lograron alejarse en algunas de sus mejores creaciones. “Dig Out Your Soul” es el disco nuevo de la banda, pero no uno más. La placa esta llamada o no pasar desapercibida (como pasó con “The Masterplan”) con muy buenas canciones como principal argumento. “Bag It Up” abre el disco como abonando el terreno de lo que vendrá, canciones con vida propia e independientes de un álbum que no pretende en ningún momento ser un trabajo conceptual, sino un conjunto de muy buenas canciones. La gema: “Waiting for the Raptures” cantada por Noel Gallagher, un tema con una potente base de bajo, que muestra la influencia de The Doors en la banda, (sino, escuchar “Five To One”, y pensar siempre en la influencia, por sobre todas las cosas)

The Verve – Forth

The Verve fue uno de los regresos más celebrados del 2008. Y la banda de Richard Ashcroft no podía sino sacar uno de los mejores discos del año, por lo que ya habían demostrado como grupo anteriormente, por el peso individual de cada uno de sus músicos y por tener al frente a un genio creativo como el flaco inglés, un talento incapaz de reciclarse. Y así fue, con “Forth”, los Verve demostraron una vez más que solamente es cuestión de tiempo para que se superen a ellos mismos y editen un álbum incluso superior al descomunal “Urban Hymns”. La travesía sonora comienza con “Sit and Wonder” y se prolonga hasta “Love is Noise” un experimento electro pop que invita a bailar guiados por un coro de samplers interminable. Quizás lo único que pueda reprochársele al disco es que Ashcroft no se haya animado a mostrar sus entrañas en las letras, como lo hizo en trabajos pretéritos. La gema: “Rather Be” una canción de una belleza poética envidiable, y un sonido que recuerda a los mejores momentos del disco anterior de la banda.