lunes, 21 de julio de 2008

La historia sin fin

Me pregunto quienes esperaban más esta segunda versión de Christopher Nolan al frente de Batman. Si los fanáticos enfermos –entre los que suscribo- o un público indiferente a la actividad superheroica en la pantalla grande, con su morbo famélico desde que en enero se descubrió el cuerpo sin vida de Heath Ledger, el as bajo la manga de esta nueva historia.

La pregunta es retórica. Si de especular se trata, podríamos tejer elucubraciones hasta el infinito sin que eso cobre ninguna importancia. En este espacio vamos a pararnos desde el lugar de los fanáticos, de quienes esperaban con esta película, un largometraje que al fin y después de tantos intentos fallidos, esté a la altura del personaje.

Y, como fiel y constante lector de historietas -un género al que siempre se miró con escepticismo- debo admitir que no esperaba, ni en el idealista de mis sueños, toparme con una producción como esta. Sabía que el dinero estaba, esperando inmutable en las bien nutridas arcas hollywoodenses, esperando ser utilizado como un recurso para alimentar el séptimo arte. Sin embargo, después de haberme topado con las versiones porno gay suavizadas realizadas por Joel Schumacher (es difícil que los fanáticos de Batman nos olvidemos de los pezones en los batitrajes, o de situaciones como Bruce Wayne ofreciéndole desesperado una moto a Richard Grayson para que no lo abandone) o de bodrios insoportables como la tercera parte de Spiderman, esa esperanza yacía agonizante bajo un sepulcro pesado e inamovible.

Claro, la expectativa puede ser directamente proporcional a la desilusión. Y vaya que esta película había generado ansiedad. Sin embargo, uno se deja llevar por la cinta y las casi dos horas y media de filmación transcurren con una celeridad inusitada, sin baches en su argumento ni situaciones que hagan fruncir el ceño, conducidas con maestría por el verdadero protagonista de la película: El Joker de Heath Ledger. El viejo y querido personaje es al fin ese que todos queríamos ver, el payaso psicópata, oscuro, temerario, demente y asesino que cobra vida en los comics. El mismo que asesinó a Robin, dejó parapléjica a Batgirl y le vendió el alma al diablo a cambio de una caja de habanos cubanos. Ahí está, en la pantalla grande, esbozando una mueca enferma iluminada por el fulgor de la explosiones, anticipando que será muy difícil encontrarle un reemplazante y echando por tierra esas voces (entre las que sonaban la mía) que defendían a ultranza a Jack Nicholson, como único e indiscutible "Guasón".

Batman perdió cualquier derecho de propiedad sobre la película. El Joker se la arrebató. Fiel a su estilo, con el caos como único fundamento y la locura como principal móvil. Dándole sentido a la existencia del murciélago y a la suya misma. Esa es la historia sin fin. La de Batman, la del Joker, némesis eternos, hermanos siameses separados al nacer, las dos caras de una moneda macabra, pilares de una de las historias más esplendidas erigida por la cultura de masas.

¡Ah! Por cierto, Christian Bale encarnando al murciélago se consolida, y las apariciones de actores como el interminable Gary Oldman, la siempre correcta Maggie Gyllenhaal y el sorpresivo Aaron Eckhart son loables. La película merece ser vista, pues dudo haya un largometraje igual protagonizado por personajes superheroicos en mucho tiempo. Pero eso es ripio, el Joker es el verdadero comodín.

lunes, 7 de julio de 2008

Batman: El Culto (o cómo torturar a un superhéroe)


Siempre pensé que los personajes que leí durante toda mi vida, no se me parecen en lo más mínimo. Batman es uno de ellos. Lejos de una conducta adamantina y de un impulso frenético por hallar el bien a través del bien -cruzada utópica si las hay- mi temple está más ligado a la moral etrusca, de esas que hoy en día abundan.

No obstante déjenme admirar a Batman, si señores, yo admiro a Batman, ni Borges ni Cortázar, ni Mozart ni Stravinsky, ni Dalí o el Caravaggio. Es el señor de la noche quien me deslumbra, y me llena de perplejidad.

Explicarlo, es posible. Pero no voy a hacerlo, que esperanza.

He aquí una imagen de esas que me dejan sin aliento, he vuelto a verla después de un tiempo y realmente me sentí obnubilado con tanta belleza artística.

El artista es Bernie Wrightson, quien dibujó está página doble para el cómic "Batman: The Cult" que escribió Jim Starlin, otro prócer del noveno arte. En ella el murciélago es sometido a torturas que lo conducen a su estado más vulnerable. Con su cerebro lavado, el icono por antonomasia del héroe enmascarado, tan sólo desea huir tan lejos de sus captores como sea posible, para no regresar jamás.

La crítica destrozó la obra, para mí, es sencillamente maravillosa. Cada vez que puedan leer algo de Caballero de la Noche, bueno, yo no dejaría pasar la oportunidad.